Amor
Los Leo tienen el proverbial "corazón de oro". Les gusta dar: su tiempo, su dinero, sus conocimientos, sus sentimientos. Sienten una fuerte atracción por el sexo opuesto y saben perfectamente que el amor es una fuerza celestial. Pero también están convencidos de que tienen un privilegio para ello, no piden ternura y afecto, no, simplemente exigen. Al hacerlo, a menudo arman un escándalo y no dan en el blanco.
Cuando se trata de amor, el hombre Leo emula a su antepasado astrológico, el "Rey del Desierto": Para él, el amor es como la caza. O dicho de otro modo: conquistar a alguien es mucho más emocionante que "poseerlo" finalmente.
Los nacidos en Leo aman como reyes, como campeones del mundo, como campeones, como estrellas... Es una fuente inagotable de lujuria por el juego y sólo se detiene porque a veces no hay nadie que se le una.
Ese es el secreto para llevarse bien con el león orgulloso e imponente. Tienes que jugar con él, seguir dándole la sensación de que sigues vivo (y, por tanto, dispuesto a jugar). Al igual que el gato pierde inmediatamente el interés por el ratón cuando éste cuelga sin fuerzas en sus garras, el deseo del león también decae cuando el otro deja de jugar. Para un león, el juego es signo de vivacidad, autonomía, libertad e independencia. Y todo esto -y sólo esto- despierta su deseo, su interés, su pasión.
Sexo
Los Leones son amantes muy apasionados. En sus brazos encuentras pura lujuria, el tacto de su piel libera una especie de magnetismo que te atrae con fuerza, te hace hundirte cada vez más y anhelar más.
Hacer el amor suele desarrollarse en tres fases o etapas. Al principio, todo es conquista, conseguir a la otra persona, oír de ella lo gran león que eres, para finalmente fundirte con tu "presa" en un orgasmo salvaje... y luego repetir este juego una y otra vez hasta la extenuación.
En la segunda fase, todo depende de lo juguetón que se muestre el compañero. No importa a qué juegues, al juego de la conquista, al de la sumisión, al de "no me tienes", al de la separación. Los juegos de poder e impotencia, incluso el sadomasoquismo light, también pueden mantener feliz al Leo, pero tiene que ser creativo y aumentar el placer.
En la tercera fase, se produce un cambio asombroso en Leo: Ha encontrado la confianza, se siente seguro, sabe a dónde pertenece, ama a su pareja y, por supuesto, a su familia, si la tiene. Y con ello, su necesidad de amor queda ampliamente cubierta. Es feliz, está contento, ronronea. No necesita más. No es que no quiera seguir teniendo relaciones sexuales. Pero ya no es lo más importante. Lo "hace" quizás para dar placer a su pareja. Por lo demás, el Leo descansa complaciente y contento y disfruta de la vida, intercambiando ternura y amor, pero el "sexo animal", como al principio, se da como mucho en situaciones excepcionales, después de una gran fiesta o quizá para demostrar a la pareja que aún se puede seguir en la naturaleza.
Fidelidad
La infidelidad tampoco es un problema. Una vez que un Leo ha tomado una decisión sobre otra persona, la mantiene en un noventa y nueve por ciento. Sin embargo, queda un poco de incertidumbre, lo que mantiene vivo y excitante el amor. Entregarse por completo a alguien sería percibido por un Leo como abnegación y sumisión.
Pero no necesita confirmarse una y otra vez. No mide su autoestima por el número de personas con las que se ha acostado. Tampoco necesita otra pareja si la suya está retraída o en crisis. Descansa en sí mismo, el león. Y si le gusta más otra persona, es casi seguro el fin de la relación, y está igual de claro que la pareja abandonada ha hecho algo mal.
Tan fiel como él mismo, desprecia decididamente la infidelidad de su pareja. También está -generosamente- dispuesto a perdonar un paso en falso, una vez, quizá dos, pero a la tercera se va, el león: ¿por qué él más que nadie, una persona que regala generosamente su corazón, debería quedarse con alguien que es tan descuidado con él?
Celos
Por supuesto, el Leo es celoso. Cómo puede su pareja preferir a otro antes que a él, el León, ¡la gloria suprema de la creación!
Así que no es necesariamente la pérdida lo que le ofende. En esto se diferencia de Escorpio, Cáncer o Tauro. Para estos tres, su pareja lo es todo y una pérdida es para ellos como "la muerte". El Leo tiene mucho más que ver con el orgullo herido. Pero este orgullo puede adquirir tales dimensiones que un desaire, una herida o una pérdida pueden llevarles al borde del colapso.
Esto nos lleva a una desventaja o defecto nada desdeñable de los Leo: como están tan ensimismados, su ego no suele poder soportar que un compañero querido les decepcione. Ésta es quizá una de las lecciones más duras a las que tienen que enfrentarse el Sr. y la Sra. Leo: aunque ciertamente son un tesoro de oro, un sol, una joya, ellos también son "reemplazables".
Ligar
En cada Leo hay un "objeto de lujuria" que quiere ser visto, admirado, tocado y -esto especialmente- embellecido, decorado, coronado. Si quieres domar a semejante fiera, halágala, pues es vanidosa. Haz que se sienta el centro de atención, aunque creas que por fin es tu turno, al menos hasta que ganes la partida de la seducción. Rodéate de un aura misteriosa y reservada; esto despierta el instinto de caza en tu Leo.
Con él, el amor entra por los ojos; si quieres complacer a un Leo, lo único que tienes que hacer es regalarle algo bonito. Por supuesto, tiene que ser real u original. Mejor una rosa de verdad que una joya falsa. Mejor una cosita individual que un objeto fabricado en serie, por muy caro que sea. Y -si te lo puedes permitir- de oro, porque es lo que les gusta especialmente a los niños del sol.
No reproches a tu Leo si sigue a su gran corazón y compra ocho libras de pan en lugar de las dos necesarias; si siempre le gustan los platos más caros en la cena; si conduce las dos manzanas en taxi. En la gran mayoría de los casos, sabe instintivamente cuánto dinero puede gastar. Y ahora también le contaré un secreto: el león vive según el principio de que cuanto más se gasta, más se recupera. Y creo que tiene razón. Así que la tacañería no sólo ahuyenta a los leones de buen humor, sino también a tu propia felicidad. Sensible. Quieres un socio igualitario en este hermoso juego.