Soy mi signo zodiacal, pero sólo en parte. Otra parte se deriva de mi ascendente. Es mi segundo gran poder. Sin él, me falta una mitad, como si caminara por la vida sobre una sola pierna.
Cada dos horas, otro signo del zodíaco se eleva por encima de la línea del horizonte en el este. Este signo ascendente se llama ascendente. En un sentido más estricto, así es como puede entenderse también el ascendente: como algo que se eleva hacia el cielo.
Es típico de alguien con Ascendente Géminis suponer que todo el mundo quiere oír lo que dice. Es el mejor animador de todo el zodíaco de las estrellas.
Soy una enciclopedia andante y un "quién es quién", lo sé todo, puedo hacerlo todo y conozco a casi todo el mundo. Nadie toca el tambor de la publicidad más fuerte que yo. Nadie puede arruinar tan rápidamente una buena reputación con chismes malintencionados.
Me gusta todo lo que escupe información, ante todo Internet, el periódico diario, las noticias en la televisión y la radio. También me gusta estar donde la gente puede hablar, en los bares, en la mesa de los habituales o en un café.
La rutina es sinónimo de aburrimiento, y ése es mi mayor enemigo. Siempre tengo que hacer algo al respecto.
Coqueteo con los ojos, las manos, todo el cuerpo. Todo en mi es seducción e invitación a entrar en contacto conmigo.
Como todo en la vida, nunca me tomo en serio el sexo animal. Tal vez soy como una mariposa de colores; ligera, etérea, siempre en movimiento de una oportunidad a otra.
Espero que mi pareja quiera jugar, esto también se aplica a los juegos de cama.
Siempre finjo que no lo soy, pero lo soy.
Soy un vendedor nato, comprador, profesional de la publicidad y agente intermediario. Mi sitio está donde está la gente. Estar solo frena mi ímpetu.
Hablo hasta la saciedad tanto con mis compañeros como con mis adversarios, pero de forma bastante convincente.
Como conozco a todo el mundo, soy a la vez el mejor barómetro del estado de ánimo y un magnífico divulgador de información.
Soy más parecido a una veleta o un camaleón y siempre me dejo llevar por las circunstancias.
No tengo mucha confianza en mí mismo, sobre todo cuando la gente me ataca o me critica personalmente.
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